- Síntomas cognitivos: sentirse contrariado, que no valoran su trabajo, sentir que no puedes realizar las tareas, que no puedes abarcarlo todo, inseguridad, pérdida de autoestima, pensar que el trabajo no vale la pena y todo se hace una montaña.
- Síntomas afectivo-emocionales: nerviosismo, irritabilidad y mal humor, frustración, agresividad, desencantamiento, aburrimiento, tristeza y depresión, desgaste emocional, angustia y sentimientos de culpa.
- Síntomas actitudinales: falta de ganas de trabajar, apatía, irresponsabilidad, pasar de todo, intolerancia, impaciencia, quejarse de todo, no aguantar a los usuarios, indiferencia, romper con el entorno laboral, culpar a los usuarios de su situación, aislamiento, malas contestaciones y enfrentamientos.
- Síntomas físicos: cansancio, dolor de cabeza y de estómago, dolores inespecíficos.
- Entorno social: incremento de la población pero no de servicios y profesionales, cambios rápidos en las normativas, cambios en la cultura de la población, pérdida del prestigio social del trabajo, etc.
- Organización o empresa: burocracia compleja, falta de recursos, exceso de normas y procedimientos, ritmo de trabajo acelerado, usuarios con mucho estres emocional, conflicto de rol, falta de capacidad de la organización para proteger al profesional, usuarios "sin demanda", trabajo sin gratificaciones, etc.
- Características personales: personas responsables, respetan los códigos éticos de la profesión, implicación y empatía, personas acostumbradas a tener el control.
Para prevenirlo se recomiendan las siguientes medidas: reconocerse como profesional en riesgo, condiciones laborales adecuadas, trabajo en equipo y supervisión, estilos de dirección democráticos, tener el apoyo de los equipos de trabajo, formación contínua del personal, motivación, personal suficiente, creación de los recursos necesarios, prevnción del estres laboral, ubicación de las responsabilidades donde les corresponda, creación de redes de apoyo profesional y recordar que la prevención no es solo una cuestión individual sino de la organización.
En conclusión, el síndrome del trabajador quemado es un síndrome real. Una amenaza tanto para los trabajadores a nivel personal y su propio entorno, como para el buen funcionamiento de las organizaciones, como para que los usuarios del servicio reciban una atención y un trato de calidad. Es importante tenerlo en cuenta, especialmente cuando se esta entre los trabajadores de riesgo pues son ellos quien más probabilidades tienen de sufrirlo. Y además a nivel personal no perder nunca de vista que somos humanos, no siempre podemos con todo pues hay factores que escapan a nuestro control y que para poder ofrecer lo mejor de nosotros mismos lo primero es que seamos nosotros los que estamos bien.
Muy bueno el artículo.
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